Caminando por la calle me encontré un susurro,
era tan fragil que lo recogí con las dos manos,
lentamente lo guardé en mi morral y lo protegí
del roce de mis cuadernos.
Cuando necesito descansar mi mente,
abro el morral, lo saco cuidadosamente
y me lo acerco al corazón.
Nadie me lo reclamó porque lo guardo celosamente
de las miradas ajenas.
1 comentario:
Interrumpo el silencio. Tarareo algo irreconocible mientras avanzo un pie y luego el otro. Quiero seguir leyendo a Yan así que me acuesto en la hierba, veo pasar las conejo-nubes, ratonubes, ola-nubes... espero a que aparezca una palabra para empezar a volar.
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