miércoles, 4 de enero de 2012

Viejo Mundo

-Se le nota mucho la pelada, y de frente tiene más de medio dedo de entrada. Dijo nabetse mientras cotejaba las peladas de los de abajo. Los de abajo, que para los de abajo, eran los de arriba, conformaban la otra mitad del mundo. Funcionaban en espejo, sólo que tenían otras costumbres, en realidad eran similares, pero diferentes. Si los de abajo pedían arroz con pollo, los de arriba pollo con arroz. Los más jóvenes y vivaces, arduos lectores de escritores románticos, imploraban mutuamente buscar su media naranja en su medio mundo. Todo funcionaba en mitades, todos deseaban la mitad de las cosas. El límite predestinado en la historia de las mitades había sido impuesto por ellos mismos. Una tarde de enero, los de arriba saltaron al unisono, quizás impulsados por alguna red social o tal vez por un impulso desconocido.
El sincronismo del salto, hizo que los de arriba bajasen en caída libre unos millares de metros hasta encastrar minuciosamente con los de abajo. Pocos se dieron cuenta de la fusión. Los de abajo, al notar diferentes actitudes en ellos mismos, comenzaron a hablar solos hasta llegar a un común acuerdo. Los mas discutidores, terminaron internados bajo el mote de locos lindos. Los indiferentes, siguieron sus rutinas diarias, amoldados a lo nuevo, que para muchos, ya era viejo.

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