martes, 12 de abril de 2011

Hay mejores

Y los dioses de antaño lo protegieron del viento, pactó con los inocentes lobos la paz perpetua de las almas indomables, los paganos lo adoraban y las muchachas se guarecían en su poder hipnótico, eligió el color del sol y el aliento del dios, no del creador de los siete días que cansado se hecho a descansar, sólo para cobrar las regalías de sus ventas de libros. Sino del dios hombre, el que se paraba en la piedra más alta del monte vecino al Ararat y blasfemaba a los inquilinos del bote - No se salvarán de ustedes mismos...Les gritaba, mientras con una mano trataba de apagar el despertador que botoneaba las 10 de la mañana de un sábado de lluvia, recordando las palabras de su abuela que casi al oído le decía...- El asado a la noche cae pesado nene.

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