martes, 16 de noviembre de 2010

Tuesday

Es difícil tener convicciones precisas cuando se habla de las razones del corazón, y sucede que ahora para mirar un partido de fútbol en un café a un fumador lo encierran en una pecera de humo, mientras de las paredes sale una fragancia a coco que baja como un alud tropical, un gordo vestido con un pantalón rojo y una camisa blanca vocifera comentarios ridículos y sin sentido ( a mi gusto).
Y ahí me hundo en la silla mientras miro la pared y estiro el cuello pidiendo un gol, un empate, un descargo..Y ahí está el silencio, lo inocuo, la descarga que queda en el pecho, que no se va, que quema y quema. Trato de recordar cábalas, hechizos, mantras hindúes y nada...no funciona, los revisionismos que quedan guardados en los registros akashicos que alguna médium sacará a fuerza de billetes para regocijar a los vivos, a mi no me sirven. Mientras el gordo ya hizo cómplices en la pecera, bagres que se regocijan unos a otros en el lodo, sobándose la panza blanca, y ahí viene otra nube de coco, ya van ocho, las cuento porque me es inevitable, de la misma forma que no puedo evitar sumar las patentes de los autos, y ahí estás vos, saliendo de la borra del café sin leer el futuro, dejando todo nuevamente a la imaginación, y ahí miro el techo del bar por encima de la nube de humo y me siento minúsculo y confundido en el universo, imagino a los astros girando y a alguien que nos mira desde algún observatorio del infinito, mientras Baldassi pita el final del partido.

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