miércoles, 11 de agosto de 2010

Pléyades

El tiempo se aleja en la ruta de la misma forma en la que se pisa el acelerador, las lineas se mezclan y se me hace imposible no contarlas, miro por la ventanilla el atardecer y me remite al tiempo, al sol, a ese gigante que me alumbra constantemente, no solo a mi, a todos (Marilyn Monroe por ejemplo).
Que grato es ver el tiempo deformarse, la gran cúpula que sobre mi cabeza era celeste, ahora se quema en mil colores, veo los arboles al costado de la ruta y quiero dormir en ellos siestas eternas, o mojar los pies en la laguna mas cercana y lo mejor está por venir, cuando llegan las estrellas, esas pelotas de 25% de Helio y 75 % de Hidrógeno que siguen excitando al niño que hay en mí, ese niño loco que no quiero matar, ese niño loco que me mantiene vivo.

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